A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los movimientos artísticos derivados de la cultura contemporánea centroeuropea encontraron su máxima expresión en el Liberty Palermitano. Un periodo de especial ebullición para la ciudad, tanto desde un punto de vista económico como cultural, una época de oro que se originó gracias a importantes familias con excepcional capacidad empresarial: los Florio y los Whitaker.
Palermo se convirtió entonces en un crisol del que surgieron novedades artísticas y culturales, polo de atracción para muchos personajes del mundo de la ciencia y de la cultura, artistas e intelectuales que impulsarán una mayor apertura hacia las modernas tendencias europeas. Las aspiraciones de la burguesía emergente se reflejaron sin duda en la arquitectura: para que la ciudad pudiera competir con las demás europeas se construyeron edificios refinados creados para el espectáculo y el tiempo libre, mansiones, jardines y residencias de prestigio. Podemos citar algunos raros ejemplos – que han sobrevivido al descuido del tiempo, las guerras y el hombre - como el complejo “Florio” de la Olivuzza, la mansión Favaloro-Di Stefano, el Grand Hotel “Villa Igea”, la biblioteca de Palacio Francavilla, la mansión Basile, el teatro Biondo, Palacio Agnello-Briuccia.
De esta manera se desarrollará un concepto de arquitectura entendida como "obra de arte en todo" que se concretará en objetos decorativos, frescos y mayólicas, especialmente el vidrio y el hierro trabajado artesanalmente supondrán una auténtica innovación que permitirá el surgimiento de una especie de híbrido "escultura-arquitectura". Artesanos, decoradores, mosaiquistas, herreros y vidrieros fueron llamados para introducir en los edificios sus propias obras, detalles de excepcional hechura que embellecerán el Liberty Palermitano, haciendo de este un estilo único. En sintonía con esta tendencia, para la realización de los revestimientos, se difundirá el uso del mosaico hidráulico (cemento decorado) en sustitución de las antiguas mayólicas denominadas “Riggiole”, creando pavimentos más resistentes y duraderos.
Rodeado precisamente de este bullicio cultural y artístico se creará un sólido proyecto empresarial, que ya hace más de un siglo está presente en el sector de los suelos de graniglia. Desde 1905 hasta hoy, la empresa Fogazza ha sabido mantener aquella tradición inspirada en el rico y variopinto universo del Liberty, en búsqueda permanente de nuevas inspiraciones e invenciones para crear un producto que también sea perfecto para los ambientes modernos.
El proceso de creación artesanal está formado por las mismas labores que antaño, las baldosas nacen de una en una mezclando los colores y vertiendo a mano la mezcla en los moldes. Refinamiento y singularidad, autenticidad y unicidad hacen de las baldosas Fogazza el detalle que marca la diferencia tanto en un ambiente clásico como moderno.